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Dormir: el arte de soltarlo todo
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Introducción
En un mundo que valora la productividad, el descanso profundo parece un lujo. Pero para el cuerpo, dormir no es una pausa opcional: es parte esencial del equilibrio y la salud.
Dormir no es dejar de hacer, es permitir que algo más haga por nosotros. Mientras dormimos, el cuerpo repara tejidos, refuerza el sistema inmune, procesa emociones y limpia residuos cerebrales. Dormir es soltar el control para que la vida siga su curso.
- El sueño como “cero”
- Ritmos naturales
- Preparar el cuerpo para dormir
- Lo que pasa mientras dormimos
- Efectos de la falta de sueño
- Dormir no es perder tiempo
El sueño como “cero”
Dormir es un cero de conciencia, un deslizamiento hacia una forma de existencia sin vigilancia. El cuerpo se apaga en sus controles voluntarios para activarse en procesos internos profundos. Es como sumergirse en una noche interna donde todo se reordena.
Aceptar el sueño como parte del cuidado es devolverle al cuerpo el derecho a no estar disponible. No solo para rendir mejor al día siguiente, sino para sentirnos más completos al despertar.
Ritmos naturales
Nuestro cuerpo sigue ritmos circadianos: ciclos de 24 horas que regulan sueño, temperatura, digestión y estados de ánimo. Dormir de noche no es solo costumbre cultural: la biología está diseñada para ello. La oscuridad activa la producción de melatonina, hormona clave para inducir el sueño profundo.
Cuando forzamos al cuerpo a dormir en horarios irregulares o con mucha luz artificial, rompemos estos ritmos. El resultado puede ser un cansancio que el café no arregla.
Preparar el cuerpo para dormir
El sueño no siempre llega solo. A veces hay que invitarlo. Aquí algunas formas de preparar el cuerpo:
- Atenuar estímulos: evitar pantallas, luces frías y sonidos estridentes antes de dormir.
- Crear rituales: una ducha tibia, un libro suave, música calma. El cuerpo asocia estos gestos con el descanso.
- Oscuridad total o parcial: la melatonina necesita oscuridad para activarse. Dormir con cortinas cerradas o usar un antifaz puede hacer una gran diferencia.
- Evitar comidas pesadas cerca del horario de sueño: la digestión intensa puede interferir con la profundidad del descanso.
Lo que pasa mientras dormimos
El sueño no es un bloque uniforme: está compuesto por ciclos de aproximadamente 90 minutos que se repiten entre 4 y 6 veces cada noche. Cada ciclo incluye diferentes fases, y cada una cumple funciones específicas:
- Fase 1 (somnolencia): transición de la vigilia al sueño, donde los músculos se relajan y la conciencia comienza a apagarse.
- Fase 2 (sueño ligero): el cuerpo reduce su ritmo cardíaco y su temperatura. Representa alrededor del 50% del tiempo total de sueño.
- Fase 3 (sueño profundo o de ondas lentas): aquí ocurre la regeneración física. Se libera la hormona del crecimiento, se reparan tejidos y se fortalece el sistema inmune.
- Fase REM (movimiento ocular rápido): es cuando soñamos. El cerebro procesa emociones, consolida aprendizajes y reorganiza recuerdos. Esta fase es esencial para el equilibrio emocional.
Un buen descanso necesita de todas estas fases. Saltarse alguna —por ejemplo, al dormir poco o interrumpido— puede provocar sensación de agotamiento, aunque hayan pasado muchas horas en la cama.
Efectos de la falta de sueño
Privarse del sueño, incluso por un par de noches, tiene efectos acumulativos:
- Disminuye la concentración, la memoria y la creatividad.
- Aumenta la irritabilidad y la ansiedad.
- Debilita el sistema inmune.
- Aumenta el riesgo de enfermedades metabólicas, cardiovasculares y neurodegenerativas.
Dormir no es perder tiempo
Vivimos en una cultura que glorifica el “no parar nunca”. Pero la sabiduría del cuerpo dice otra cosa. Dormir es dejarse sostener, permitirse no estar disponibles, soltar el hacer para simplemente ser.
Un cuerpo que duerme bien es un cuerpo más creativo, más presente, más capaz de sentir y de amar.
Dormir no es dejar de vivir. Es volver a la vida desde otro lugar.